viernes, 19 de octubre de 2007

Vainilla: Amores difíciles

Hoy quiero hablar de la Vainilla, porque creo que mucha gente desconoce que las vainas de vainilla, esas vainas negras que encontramos hoy en cualquier supermercado que parecen judías verdes secas, son realmente las vainas que contienen las semillas de una orquídea gigante. Es una flor preciosa, por eso he querido poner la foto, pero sin duda, lo mejor es el sabor que de ella se extrae, ese sabor que a mí me lleva a la infancia y a los helados Drácula.

La historia de la vainilla, que los aztecas llamaban tlilxochitl en lengua náhuatl, se remonta a la era prehispánica, cuando los pueblos de esta región la preparaban con otras especies para hacer brebajes medicinales y saborizar la bebida de cacao. Los españoles, en los años de la Conquista, al descubrir el continente Américano y la civilización azteca, descubrieron, también entre otros productos, el
"xocoatl"! que quiere decir "agua amarga", significado del término náhuatl "xocoatl", futuro "Chocolate" y, la Vainilla. ...

… Pero todo esto, ya es historia, además es la que se suele encontrar en cualquier página web, a mí me llama más la atención la historia de amor y supervivencia que encierra una orquídea gigante, que no se puede fecundar a no ser que alguien la ayude, ya que los órganos sexuales de la planta están separados uno de otro por una amplia membrana que se opone a su acercamiento. A mí me parece tan bonita:

Los encargados de polinizar la planta siempre habían sido los insectos, sobre todo abejas y los colibríes hasta que un día, cerca de Madagascar, en Bourbon (antiguo nombre de la Isla Reunión) según cuenta una leyenda, en 1841 un esclavo de doce años llamado Edmond Albius encontró el secreto de la reproducción asistida. Debido a la estructura de la flor, sin la mano del hombre la flor no puede ser fecundada, hay una pequeña lengüeta que impide la comunicación entre los órganos masculino y femenino, por ello el plantador debe manipular las flores una por una, con la ayuda bien de un palito de bambú, vara de limonero o una aguja, levanta la lengüeta liberando el polen, después se presiona la flor para que se efectúe la fecundación, esto unido al curado de las plantas que es largo y costoso limita la producción de la cosecha mundial y encarece los precios notablemente.
Para asegurar una buena cosecha, desde las 6 horas, los fertilizadores buscan las orquídeas que esa mañana han abierto sus pétalos y con una aguja larga levantan el rostelo (membrana que no deja pasar el polen) “con lo cual facilitan que éste se adhiera al estigma”, Deben hacerlo con celeridad, pues al llegar el mediodía se habrán cerrado las orquídeas. Los agricultores lo hacen con el mismo entusiasmo con que, actualmente, esperan exportar los primeros quintales de su producto.
Gracias a ese niño esclavo de 12 años que un día tuvo la idea de meter sus narices en la planta, hoy todos podemos disfrutar de natillas, helados de Stracciatella , aromas para perfumes carísimo, cremas, salsas…Y luego decimos que las vainas de vainilla son caras. Aysss

Nada, aquí os dejo otra de mis filosofadas gastronómicas, espero que os guste.

Escucho: The Divine Comedy - Tonight Wy Fly (gracias Michi)

Saludos.