lunes, 17 de marzo de 2008

Mi historia de hojaldre


Reconozco que lo mío sobrepasa los límites, cuando preparo un huevo frito, algo aparentemente tan simple, siempre me quedo boquiabierta al ver su transformación, rompo su cáscara, lo dejo caer sobre el aceite casi humeante y de repente empieza a cambiar de color… desde su exterior hacia adentro, siempre la última es la yema, su núcleo. Cada día me sorprenden estas cosas, las que les ocurren a los alimentos, esos detalles que para la mayoría pasan desapercibidos, sigo sorprendiéndome cuando veo como la harina se convierte en pan, el azúcar en algo tan sólido y transparente como el caramelo, insisto, lo mío sobrepasa los límites de lo normal, pero son esas pequeñas cosas (le robo la frase a Serrat) las que hacen que ame tanto mi oficio.

Os voy a contar una de las historias que más me gustaron durante mi aprendizaje en la Escuela de Pastelería. Esta historia, siempre que la cuento a la gente le encanta, dicen que no dejo de mover las manos mientras la relato, que me emociono, 12 años después de haberla escuchado y siempre digo que cuando lo elaboro me sigue dejando alucinada. Estoy hablando del hojaldre.

El desarrollo del hojaldre en el horno tiene una explicación que mucha gente desconoce, hay quien cree que la masa lleva levadura, pues nada más lejos de la realidad. En su composición no suele llevar nada más que harina, agua, sal y mantequilla (o margarina especial para hojaldre). El porqué de ese desarrollo tan llamativo se encuentra en su elaboración. La mantequilla siempre se pone después de haber amasado el resto, en su interior, se cierra la masa como un sobre y luego se elaboran varios pliegues o vueltas, con mucho cuidado, de forma que conseguimos que queden alternas unas capas de grasa y de masa que podemos ver a simple vista.



La mayor sorpresa se produce en el horno, esa multitud de capas elevadas una vez cocido se debe a que al entrar al horno, con el calor, como las capas de grasa son impermeables, el vapor que produce el agua de la masa no puede escapar, se ve atrapada y en su intento de huir va levantando ligeramente las capas, separando las láminas. Según las vueltas que le demos, tendremos más o menos desarrollo, pero un hojaldre bien elaborado con 5 vueltas sencillas, aunque nos cueste creerlo, tendrá unas… 487 capas!!. Alucinante ¿o no? Eso mismo pensé yo… bendito el día que se inventó el hojaldre. Pongo unas fotos para que os ayuden a entender un poco todo esto.

Seguro que podéis encontrar mucha más información sobre el hojaldre en Internet, no me quería exceder, simplemente compartir mi historia, mi pasión por el hojaldre y sobre todo, conseguir que nunca volváis a mirarlo de la misma forma. Os preguntaréis por qué he empezado hablando de un huevo, no sé muy bien por qué ha sido, me ha dado el punto. Supongo, que como ya os he dicho, lo mío sobrepasa los límites.

Escucho: Crash Test Dummies - mmm, mmmm, mmmm...